Yo soy Arnoldo o, mejor dicho, soy el abue Arnoldo.
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Como pueden ver soy alto y delgado. Me gusta el café recién colado, tostado, soleado en las eldas de las montañas de Restrepo. Todas las noches subo al Zarzo a verificar el estado de mis provisiones, pero cierto día encontré que muchas cosas no estaban, faltaban demasiadas y decidí hacer una inspección por toda la casa.
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Bajé con cuidado por la escalera y recorrí todos los cuartos de mis 12 hijos; pero no encontré indicios de una posible broma o robo. Ante ello, acudí a la vieja, pero ella tampoco sabía. Por eso busqué ayuda en el equipo osado de Sinergia Educativa para encontrar las causas y provisionar nuevamente el zarzo. Ellos se encontraron con sus miradas, sus miedos, temores en un amanecer de angustias y sinsabores.
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La abuela, quien con sus canas, sensibilidad y amores presentó al equipo unos hilos para tejer y resignificar las provisiones. Les propuso entretejer las más bellas y pertinentes acciones para ayudar a niños, jóvenes y maestros a tener nuevos suministros.